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La temida y muy poco conocida Parálisis del sueño

La parálisis del sueño (PS) es una incapacidad transitoria para realizar cualquier tipo de movimiento voluntario que tiene lugar durante el periodo de transición entre el estado de sueño y el de vigilia.

Según la Clasificación Internacional de Trastornos del sueño, la parálisis del sueño consiste en un periodo de inhabilidad  realizar movimientos voluntarios al inicio del sueño (hipnagógica o forma predormital) o al despertarse, ya sea durante la noche o  (hipnopómpica o forma postdormital) y suele acompañarse de una sensación de gran angustia.

Su duración suele ser corta, generalmente entre uno y tres minutos, tras los cuales la parálisis cede espontáneamente. Durante el episodio, la persona está totalmente consciente, pero es incapaz de moverse o hablar, lo que puede provocar gran ansiedad. Sin embargo, no existe ningún peligro para la vida, pues los músculos respiratorios siguen funcionando automáticamente.

Todo esto puede ocasionar que el individuo mezcle sensaciones reales del entorno que le rodea con cualquier tipo de alucinación producida por un sueño, como puede ser sentir una sensación de ahogo o dificultad para respirar, con opresión del pecho, palpitaciones y otras sensaciones de origen fisiológico. Esta parálisis, acompañada por temor en la persona que la padece, se conoce como pesadilla, en el sentido clásico de la palabra.

La pesadilla por Henry Fuseli

En este estado, el sujeto se siente incapaz de realizar cualquier movimiento o de hablar, pero está plenamente consciente de su situación y de lo que ocurre en su medio ambiente circundante, ya que puede oír, oler o percibir sensaciones táctiles, incluso ver si tiene los ojos abiertos.

Alucinaciones más comunes

La Parálisis del sueño comúnmente se presenta con un conjunto de alucinaciones básicas que suelen ser experimentadas por la mayoría de las personas que han sufrido un episodio de PS. Estas alucinaciones ocurren solas o en varias combinaciones con o sin elaboración narrativa explícita.

Una presencia puede, por ejemplo, ocurrir sola o con voces, o apariciones visuales, y, con menos frecuencia, con sensaciones de flotar o experiencias fuera del cuerpo (EFC). Si cuando sucede el individuo tiene los ojos abiertos, puede incluso llegar a ver el lugar donde se encuentra distorsionado, girado o torcido. Algunas veces, los episodios alucinatorios más complejos pueden tener una interpretación coherente, pero son a menudo experimentadas como sensaciones aisladas, incoherentes y desorientadoras.

Son seis las experiencias típicas que suceden durante el transcurso de la parálisis:

  1. Sensación de presencia: sensación de una o varias presencias en la casa a las que se considera como «intrusos». Es una impresión neutra acompañada de aprehensión y temor. Se presupone la presencia sin necesidad de corroborarlo sensorialmente. En algún momento sienten que la presencia se mueve, entra en la habitación, puede acercarse a la cama, incluso sentir presión en el colchón. La mitad de las personas relatan que saben que son observados fijamente, pero no saben identificar desde dónde.
  2. Presencia amenazante: los encuestados interpretan que la naturaleza de la presencia y el ambiente que la rodea es peligrosa o malévola, y que intenta la posesión (a veces el rapto o abducción en el caso de los visitantes de dormitorio). Se acompaña de un fuerte sentimiento de terror, peligro y urgencia; necesitan despertarse lo más pronto posible. Este estado de pavor no siempre se asocia a la posibilidad de sufrir daño físico, sino más bien al sentido misterioso particular de la maldad que desprende la entidad. Se siente la amenaza de fuerzas sobrenaturales y demoníacas que buscan robar el alma o poseer el cuerpo del durmiente.
  3. Alucinaciones visuales: más o menos vívidas, inconstantes, vagas e indefinidas, cercanas a la pseudo-alucinación; el estímulo externo percibido se reconoce como real. En el caso de la presencia, esta queda fuera de la vista, o en la periferia del campo de visión, o camuflada entre las sombras de la habitación; en algunos casos se relatan imágenes detalladas de objetos y seres como fantasmas, figura oscura a los pies de la cama, esqueletos, calaveras, etc.
  4. Alucinaciones auditivas: al igual que en las visuales, se tiene la convicción de que los sonidos son reales y que provienen del exterior más que de su mente. Son sonidos elementales, mecánicos e intensos, como zumbidos, rumores, siseos, correteos, rugidos, campanadas, golpes, vibraciones, silbidos, chillidos, rechinadas y gimoteos. En otros casos son sonidos identificables concretos como timbres de teléfono, sirenas, herramientas, motor eléctrico, golpes de puerta, arrastrar de muebles, vidrios o vajilla rompiéndose, música extraña, sonido de radio con ruido blanco o que recibe varias estaciones, sonidos de viento, rugido de olas del mar, etc.; las voces humanas son el sonido más frecuente en un 37 por ciento de los casos, en forma de griterío o leves susurros, sin mensaje identificable ni claro.
  5. Alucinaciones táctiles: comunes y relacionadas con la presencia intrusiva; incluye la sensación de que el colchón se hunde, que alguien se sienta, que le retira las sábanas o que la agarra de las manos.
  6. Dificultades respiratorias: sensaciones de presión en el pecho, dificultad para respirar, estrechez alrededor del cuello como si fuera estrangulado, y sensaciones de sofocación y asfixia; estas percepciones pueden explicarse por la parálisis de los músculos voluntarios; el estado de sofocación produce gran angustia, pánico y temor de morir asfixiado. Los ataques físicos en este sentido se asocian igualmente a la presencia maligna.

La subida del muerto, la vieja bruja

La gente reporta frecuentemente dificultades para respirar durante la PS. Esto tiende a ser asociado con sensaciones de presión en el pecho, opresión alrededor del cuello y sensaciones de sofocación, es esta sensación a la que se le denomina (en muchos países hispanohablantes) como «la subida del muerto», en la literatura inglesa se la conoce como «la vieja bruja» (Old Hag).

Las percepciones de dificultades para respirar probablemente llegan como una consecuencia directa de la parálisis de los músculos voluntarios. Aunque una respiración automática superficial continúa cuando la persona intenta, sin éxito, respirar voluntariamente, esto puede provocar pánico referente a una posible sofocación. Cuando la sensación de una presencia es asociada con sensaciones de presión y dificultad para respirar puede ser más frecuentemente asociado con pensamientos explícitos de muerte inminente.

Los sentimientos de sofocación también pueden ser inducidos por hipoxia e hipercapnia relacionadas con el sueño REM. Esta inhabilidad para «recobrar el aliento» a menudo genera sentimientos de pánico relacionados con la posibilidad de morir por sofocación.

¿Qué se puede hacer cuando uno se encuentra consciente durante la parálisis del sueño?

La mayor parte de la gente siente la necesidad de despertarse y se siente impotente ante la sensación de inmovilidad producida por la parálisis del sueño. Algunas de las cosas que se pueden generalmente realizar para intentar salir de este estado son:

  • Tranquilizarse, el miedo no hará más que prolongar este desagradable estado.
  • Respirar profundamente, la parálisis del sueño no afecta a la respiración.
  • Mover los ojos, la parálisis tampoco controla los ojos.
  • Intentar mover los dedos, tanto de las manos como de los píes, el movimiento producido, será real, y puede ayudar a despertarse.
  • Realizar un movimiento brusco, en estas situaciones normalmente uno intenta moverse lentamente, lo cual resulta imposible debido a la parálisis, provocando más angustia. Sin embargo, si después de tranquilizarnos intentamos mover brazos y piernas súbitamente, como si diéramos un respingo, normalmente se puede «romper» la parálisis. Esto se debe, seguramente, a que si bien el cerebro provoca el efecto sedante en los músculos para protegernos durante el sueño, también nos debemos poder levantar rápidamente (de ahí que deba ser un movimiento brusco) en caso de que nos despertemos por algún tipo de peligro inminente.

Una estrategia para evitar este desagradable trance es «estacionar» la lengua minutos antes de dormirse. Esto consiste fijar la lengua en una posición tal que deje suficiente espacio en la garganta para el libre flujo de aire, y se logra sacando la punta de la lengua de la boca semicerrada, y regresándola un poco, dejando ahora cerrada la boca. Si tiene el desafortunado evento de la parálisis del sueño, al menos su ansiedad disminuirá sabiendo que puede respirar normalmente.

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